Documentos históricos de panadería

Compendio de antiguas boletas, facturas, recibos y apuntes encontrados en baúles y cajones de las oficinas de San Camilo. Los más antiguos datan de los inicios de la panadería, cuando en 1925 la empresa registraba su marca.

En San Camilo la tradición de registrar y guardar todo viene desde sus inicios, cuando Antonio Ferrán Sabaté se daba el arduo trabajo de anotar a mano cada movimiento de la empresa en su preciada agenda. Recibos, facturas, patentes comerciales y cuadernos llenos de apuntas de contabilidad atestaban los escritorios y repisas de las oficinas. Su hijo Antonio Ferrán Ferrer, quien tomó las riendas de la producción, hizo lo mismo que su padre durante varias décadas: todo lo escribía a mano y archivaba cada papel que llegaba a él.

los 80 San Camilo se manejaba como un almacén de barrio, con las boletas pegadas en cuadernos para llevar la contabilidad y el dinero en efectivo guardado en caja fuerte. Esto comenzó a cambiar con la llegada de un nuevo jefe de control de gestión –cargo que comenzó en esos años–, quien armó un equipo de trabajo con informáticos para controlar todos los movimientos de la empresa de manera computarizada y hacer más eficiente el trabajo de las seis personas que tenían que escribir a mano todos los meses las liquidaciones de cientos de trabajadores. Los ingresos y gastos se sistematizaron de tal manera que las libretas y carpetas fueron quedando obsoletas.

“Yo venía de una industria de alimentos, estructuralmente organizada, donde tenía un escritorio con un computador. Llegué a San Camilo y solo tenía dos cuadernos, un lápiz y una calculadora Olivetti con rollo. Esa era la tecnología que yo encontré en mi escritorio”

recuerda Samuel Flores (64),
quien llegó a trabajar en 1984 como jefe de control de gestión.
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“En un principio en la panadería no había boletas, no había nada. Solo se anotaba la venta en un cuaderno. El IVA partió el 74. Antes había un impuesto general a las ventas, que las estimaban, y que era del 40 por ciento en base a la producción. Era bien distinto a lo que conocemos hoy día con el IVA”.

Ulises Araya, hijo de Remberto Araya,
contador que trabajó durante 44 años en San Camilo junto a su esposa.
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